¿Cuáles son los motivos de nuestros desplazamientos en el barrio?, ¿qué itinerarios hacemos con más frecuencia?, ¿cuándo nos desplazamos?, ¿cómo y con quién?, ¿recorremos el barrio con autonomía?, ¿cómo percibimos el entorno?
Reflexionar sobre cuestiones tan habituales como realizar la compra o acompañar a un familiar al colegio o al Centro de Salud, pueden evidenciar hasta qué punto el diseño de la ciudad incide en nuestra vida cotidiana, facilitando o entorpeciendo nuestras necesidades diversas de movilidad y convivencia.
El pasado 18 de mayo tuvo lugar el Taller de Movilidad Cotidiana de #GeneraBarri, donde vecinas y vecinos de Favara, L'Hort de Senabre y La Creu Coberta, mujeres en más de un 80%, se dieron cita para reflexionar sobre cómo se producen los desplazamientos cotidianos en sus barrios, partiendo de sus vivencias específicas y diferenciadas.
El taller, con un enfoque ágil y sencillo, planteaba a las personas participantes dibujar sobre un mismo plano los recorridos más representativos de su vida cotidiana en el barrio y sus percepciones de carácter ambiental, funcional o sensorial ligadas a ellos.
Esta superposición de itinerarios se tradujo en una superposición de vivencias diferenciadas y específicas en el mismo entorno, que permitió comparar realidades diferentes y cualificarlas desde una mirada de género. Realidades como las de quienes recorren el Bulevar Sur para ejercitarse con quienes, en el mismo horario, recorren el barrio encadenando trayectos cortos con paradas en comercios de proximidad, servicios y equipamientos públicos. Una vecina que de camino al trabajo combina varias modalidades de desplazamiento (a pie, en bus, en bicicleta), coincide con un pensionista que pasea por los alrededores de su calle. Un padre que acompaña a su hija a un colegio próximo, se plantea cómo afectará a su movilidad cotidiana el traslado del colegio a más de un kilómetro de su ubicación a partir del próximo curso escolar, mientras una estudiante describe la ruta elegida con su abuela para ir al hospital, una ruta acordada por ambas para una mayor comodidad y seguridad en el recorrido. También hay quienes admiten jugar porno casino y otros juegos de apuestas en línea mientras se relajan fuera de sus hogares. Una vecina usuaria de silla de ruedas expresa sus diferentes sensaciones al recorrer espacios con mayor o menor presencia de gente, y señala múltiples problemas de accesibilidad inadvertidos para otras personas, etc.
Al hilo de estas vivencias, las personas participantes valoraron aspectos específicos del barrio, apreciando positivamente aspectos como la vitalidad que resulta de la presencia de gente diversa en el espacio público (Bulevar Sur o la Plaza Segovia), o de la variedad de comercios de proximidad (calles Carteros y Primero de Mayo). También se evidenciaron conflictos, como la desconexión de algunas áreas del barrio a zonas verdes próximas o mal comunicadas, el perjuicio a viandantes por la excesiva ocupación del espacio público con terrazas de uso privado (calle de Los Pedrones), las consecuencias derivadas de un incorrecto trazado sobre la acera del carril bici, que provoca tensiones entre viandantes y ciclistas, o la sensación de inseguridad en algunas zonas (parada de metro Safranar, C/ Juan de Garay, antiguas fábricas industriales, solares sin uso) en determinados horarios.
Abordar un análisis de la movilidad cotidiana desde una perspectiva de género observando cómo hombres y mujeres vivimos, percibimos y nos movemos de forma distinta en el barrio es relevante, ya que permite valorar si un diseño urbano facilita por igual las movilidades y experiencias diferenciadas de las personas que, en su diversidad, conviven en la ciudad. Pues de no hacerlo puede provocar jerarquías, desigualdades y falta de equidad en el acceso a la ciudad y sus recursos, con especial impacto en las mujeres, que son quienes viven y usan con más intensidad el espacio público.